Entrevista: ¿Sabías que los antibióticos ya no son efectivos para tratar algunas infecciones?
Enfermedades diarreicas, infecciones respiratorias agudas y la tuberculosis, son enfermedades producidas por bacterias, que junto con el SIDA, el sarampión y el paludismo causan más del 85% de la tasa de mortalidad por infecciones en el mundo según la Organización Mundial de la Salud.
El incremento de las infecciones bacterianas que causan gran parte de la tasa de mortalidad, ha generado preocupación entre los científicos porque los antibióticos ya no son tan efectivos en estos casos debido a la creciente emergencia de resistencia bacteriana.
Pero, ¿Qué es la resistencia antimicrobiana? La resistencia bacteriana a los antibióticos o la resistencia antimicrobiana, es, valga la redundancia, la resistencia de microorganismos a la acción de un medicamento antimicrobiano al que originalmente era vulnerable. El Doctor en Ciencias Biológicas del área de Biología Celular y Molecular y Encargado del Laboratorio de Investigación en Agentes Antibacterianos de la Universidad de Concepción, Gerardo González Rocha, nos explicó el mecanismo de resistencia y sus aspectos asociados.
¿En qué consiste la resistencia bacteriana?
La resistencia a los antibióticos es un tema complejo, porque como fenómeno biológico es un fenómeno natural. La resistencia antimicrobiana es cuando la bacteria es capaz de sobrevivir a un tratamiento antibiótico. Entonces eso significa que cuando uno expone una bacteria a un tratamiento antibiótico existen dos posibilidades: Una es que la bacteria muera con el antibiótico (bacteria susceptible) y la otra es que las bacterias sobrevivan al tratamiento (bacterias resistentes). Las que se resisten, son las que por algún motivo han cambiado, han mutado y ese evento genético hace que el antibiótico ya no pueda ejercer su acción terapéutica.
Esto último sucede porque puede cambiar alguna proteína o alguna estructura de la bacteria, o incluso la bacteria puede producir una enzima que destruye al antibiótico. Por esa razón en la medida que se han usado más los antibióticos han ido aumentando la selección de bacterias resistentes. Esto no implica que el antibiótico cree la resistencia, sino que selecciona las bacterias que van mutando, ese efecto es lo que genera la resistencia.
Bacterias Resistentes
Como fenómeno natural, cada vez que la bacteria se multiplica (crece), replica su ADN y cuando esto ocurre se pueden producir mutaciones (cambios en los genes). Dichas mutaciones pueden afectar algunos genes de proteínas que tienen que ver con el blanco de acción del antibiótico porque para que un antibiótico ejerza su efecto necesita un blanco en la bacteria. Por ejemplo, un antibiótico va a inhibir la síntesis de proteínas de la bacteria y eso va a producir la inhibición del crecimiento de la bacteria, pero para que eso ocurra el antibiótico tiene que unirse a una proteína. Entonces si hubo una mutación donde se une con la proteína, el antibiótico ya no se va a unir, o se va a unir con mucho menos afinidad y eso se va a traducir en la resistencia.
La otra posibilidad es que la bacteria reciba de otra bacteria un gen de resistencia, lo que se conoce como transferencia horizontal de genes, entonces no es que ella haya cambiado su cromosoma, sino que adquirió desde otra bacteria o desde el medio ambiente genes que finalmente codifican una propiedad que llevan a que el antibiótico no pueda ejercer su acción. En este caso ha cambiado su genoma por ganacia de genes.
¿Qué prácticas humanas favorecen la resistencia antibacteriana?
En la práctica clínica le uso de los antibióticos en humanos y animales, la mayor parte de las veces está destinado al tratamiento de enfermedades infecciosas, porque el antibiótico se utiliza para una infección bacteriana, porque si fuera un virus tendríamos que administrar un antiviral o si fuera un hongo un antifúngico.
Los antibióticos también se aplican en actividades productivas, por ejemplo en la industria ganadera, en la agricultura y en la industria acuícola. Aquí lo que favorece la resistencia es el uso excesivo en distintas áreas. Cada vez que se administra un antibiótico, se está desafiando a las bacterias frente a esta acción del antibiótico. Si la bacteria ha cambiado o ha adquirido un mecanismo de resistencia, obviamente las que son susceptibles se van a morir y las que son resistentes se van a salvar y por eso es que donde vemos más resistencia es en los hospitales, porque son los lugares donde se están usando habitualmente antibióticos.
¿Hay una falta de criterio por los profesionales que recetan muchos antibióticos?
Yo creo que la situación es compleja, porque cuando el médico recibe un paciente, va a querer tratar una infección o evitar que el paciente se infecte, el problema es cómo elegir la mejor alternativa de tratamiento y la única forma de hacerlo es teniendo claro cuál es la bacteria que está causando esa infección y conocer a qué antibiótico es susceptible.
Eso en la práctica no lo puedes saber de forma inmediata, porque el tratamiento que se inicia es empírico, no podemos esperar a aislar la bacteria del proceso infeccioso, porque en ese tiempo el paciente podría fallecer, entonces muchas veces se hace un tratamiento pero no se hace el seguimiento del mismo.
Lo otro es que a veces se usan antibióticos para infecciones que no necesariamente son bacterianas, son virales y eso a veces es presionado por el mismo paciente, porque si el médico se da cuenta de que es algo viral lo más probable es que no le indique antibióticos, pero el paciente seguramente lo va a presionar porque hay una cierta sensación de seguridad del paciente cuando le prescriben antibióticos, pero no siempre son necesarios.
Venta con recetas médicas
El profesor González afirma que la venta con recetas médicas “fue un gran avance porque antes de que se regulara la venta de antibióticos la gente iba a la farmacia, los compraba y los consumía mayoritariamente para resfrío, cosa que no debería ser. Entonces la medida disminuyó mucho el consumo de antibióticos y el nivel de resistencia, pero es una medida que es paliativa. Si bien ha bajado mucho la automedicación con antibióticos, yo diría que todavía es necesario que la gente entiendsa que sólo debe usar los antibióticos cuando se los prescriba un médico o un dentista”.
Durante el tiempo de venta sin receta médica aumentó la resistencia antibacteriana, ¿Esa resistencia se mantuvo o se disminuyó con la regulación?
Esa resistencia se mantuvo para algunas bacterias, pero para otras en las que se disminuyó el nivel del consumo, si bajó el nivel de resistencia, fue una buena medida del control del uso de antibióticos.
¿Puede haber alguna medida para prevenir la resistencia?
Siempre la prevención es mejor, y para todas aquellas enfermedades infecciosas para las que existen vacunas, mi recomendación es vacunarse. Si uno evita infectarse va a evitar el uso de antibiótico. Ahora el problema está en las enfermedades que no son prevenibles y que son las que se presentan principalmente asociadas a la atención en salud, donde el paciente ingresa a un hospital por un tratamiento médico y en el hospital adquiere una infección. Ese tipo de infecciones se evita haciendo un buen control de las bacterias en el hospital, un buen control de infección intrahospitalaria, aunque, sobre todo en los hospitales públicos, no siempre es posible debido a la falta de recursos. Es muy importante el lavado de manos, para evitar transmitir las bacterias resistentes desde un lugar o paciente a otro.
Hoy existe una preocupación mundial por este problema…
Hay varias organizaciones mundiales que están preocupadas ya tenemos bacterias que son resistentes a todo, por lo tanto el tratamiento se complica mucho. Entonces un paciente que se infecta con una de estas bacterias, se ve muy afectado porque no hay antibióticos con qué tratarlo. Dentro de las medidas más simples y que debieran propender en los hospitales es el lavado de manos de los pacientes, hacer buenas campañas, porque si se lavan las manos van a evitar contagiar a otros y diseminar las bacterias resistentes.
Otra cosa es el uso racional del antibiótico, usarlo sólo cuando corresponde y usar el antibiótico que mejor apunte al foco infeccioso. Para eso hay que evaluar y valorar cuál es el agente infeccioso y si es susceptible al tratamiento.
Debe ser frustrante para la ciencia que una persona muera por una bacteria simple y común, ¿No?
Por supuesto, ese es el desafío, ya que el avance de la medicina ha sido tan vertiginoso que la expectativa de vida es mucho más prolongada de lo que era hace 20 años atrás y las personas se están muriendo nuevamente por infecciones, es decir estamos volviendo a la era pre antibiótica y entonces eso es lo que más preocupa y es lo que más frustra porque uno de los objetivos de la medicina es prolongar la esperanza de vida, pero se están muriendo las personas porque no tenemos alternativas de tratamiento.
Entonces el llamado es primero a usar bien los antibióticos y las herramientas que se tienen, pero también un llamado más allá, para la industria farmacéutica a invertir en investigación porque en los últimos años no ha salido ningún antibiótico nuevo y eso nos deja en una tremenda desventaja en esta lucha que tenemos contra las bacterias resistentes, así que yo creo que eso es importante.
¿Existe otro centro universitario en Concepción que esté estudiando el tema?
En Concepción no hay otro laboratorio que esté trabajando en el tema de la resistencia. En general en el país son pocos los que trabajan en esto, porque una cosa es anunciar un hallazgo pero otra es estudiar los mecanismos de resistencia y sobre todo tratar de buscar nuevos compuestos. Nosotros por años hemos estudiado la resistencia, los mecanismos y cómo las bacterias llegan a ser resistentes; pero también llevamos más de 10 años tratando de buscar compuestos que sean activos sobre estas bacterias resistentes y ahí es donde uno va de vuelta a la naturaleza a ver si hay organismos o plantas que produzcan algún compuesto que tenga actividad sobre estas bacterias.
¿Han encontrado nuevos compuestos?
Hemos encontrado algunos compuestos que son prometedores y que tienen actividad, pero hay que proyectarlas y ver si efectivamente son posibles de usar.
Para que un compuesto llegue a ser un antibiótico y se pueda usar en el organismo humano, es sumamente costoso, no hay ningún compuesto que tenga una historia desde que se descubre la molécula original que está en el laboratorio hasta que llega al uso clínico, de menos de 10 años, entonces eso implica un gasto y costo tremendo que la industria farmacéutica ha dejado de asumir. Nosotros hemos apuntamos a buscar compuestos que se puedan usar como desinfectantes que eliminen del ambiente o del instrumental médico las bacterias, que sean desinfectantes mucho mejores que los que existen actualmente, y activos sobre las bacterias multiresistentes que circulan hoy en los centros hospitalarios.